domingo, 24 de abril de 2011

Herencia Diabólica

CAPITULO 1
(parte 1)

ELEGIDOS

Mis pasos me llevaban con lentitud por los pasillos del colegio Lowerkine, ya eran pasados los minutos desde que sonó la campana para la salida de un viernes por la tarde…el sonido de libertad. Todos corrían como alma que lleva el diablo para salir lo más rápido posible de esta prisión de concreto a la que llaman escuela, ya que no solo era otro simple fin de semana, hoy daban inicio las vacaciones de verano. Notaba como todos a mí alrededor comentaban despreocupados entre ellos lo que planeaban hacer para sus vacaciones de verano, mientras que yo pasaba indiferente entre todos dirigiéndome hacia las canchas de futbol.
Una vez ahí, pude observar los restos del festival que se celebró en ese lugar, restos de comida y envases de refresco regados sobre el césped a lo largo de la cancha, mire hacia las gradas y pude distinguir a algunos chicos platicando como si nada, desvié la mirada hacia el escenario que se montó en este lugar para varias presentaciones que se hicieron, y también había algunos que platicaban entre risas de diversión…pero ahí no estaba a quien buscaba, entonces se me ocurrió en donde podría estar mi hermana…en el salón de canto.
Empecé a correr de nuevo hacia las instalaciones de la escuela, volviendo a recorrer los desolados pasillos, dirigido hacia un solo lugar. Hoy el grupo de coro del salón de canto, en donde estaba mi hermana, se presentaron hoy en el festival, y la única que me intereso ver sobre el escenario fue a mi hermana, quien, debo admitirlo, cantó de maravilla, y normalmente después de cada presentación se reúnen en el salón de canto para platicar entre ellos o algo así.
Pero al llegar al salón, vi que no se encontraba nadie en el, todos los pupitres estaban vacios, el piano ahora sin usar estaba cubierto por una enorme sabana para que no se ensuciara por el polvo que se acumularía al no ser usada por una larga temporada, y el pequeño escenario que ocupaban para sus prácticas ahora estaba solo:

―Seguramente ya se fue para la casa ―susurré con simpleza―. En fin…

Al ver que no había nadie más, me alejé del salón dirigiéndome a la salida de la escuela, pero tomándome mi tiempo, no me encontraba emocionado por las vacaciones, ya que el abuelo planea un viaje hacia México para pasar las vacaciones, mi hermana está feliz de la vida, pero yo prefiero quedarme, no me gusta ir a lugares donde no conozco a nadie, quedarme aquí y hacer cosas con mi hermanita y mi abuelo en familia se me hacia algo muy atractivo, pero la decisión ya fue tomada, lo bueno es que…

Podré estar con mi familia…

Llegué a casa alrededor de las 2:30, vivía en una casa simple de los suburbios, era mediana, con un jardín, pateo trasero, una casa como la de cualquiera en mi vecindario. Vivía con mi abuelo Tomas y mi hermana Sandra, nunca conocí a mis padres porque murieron en un accidente automovilístico cuando Sandra y yo éramos bebes, pero el abuelo Tomas ha actuado como un padre para mí y para Sandra, se podría decir que somos una familia unida.
Entré a la casa y vi que el abuelo estaba preparando la cena, revolviendo algo en una olla llevando un cucharon adherido a la parte metálica de su muñeca, el había tenido un “pequeño” accidente con una sierra y perdió la mano derecha, pero logro reemplazarla con una extraña mano de metal, y podía quitársela para poder cambiarla con otros objetos como una espátula, un sartén, etc. Eso no me hacia extraño ya que crecí con lo extraño a los cuidados de mi abuelo, y aunque la gente empezó a comentar algo, la verdad no me importo en lo absoluto:

―Hola abuelo ―le salude como siempre.
―Hola José ―me dijo volteándose hacia mí―. ¿Qué tal tu día?
―Bastante cansado la verdad ―le dije―. ¿Y Sandra? ¿Ya llegó? ―le pregunté.
―Sí, hace un rato, está durmiendo en su habitación, parecía muy cansada ―dijo volviendo a concentrarse en la olla.
―Y no es para menos, el festival que hoy tuvimos fue muy cansado ―le dije suspirando al final.
―¿Festival? ¿Qué festival? ―me preguntó confundido.
―El festival del último día, fue hoy ―le respondí.
―¿Y se puede saber porque no fui invitado? ―me dijo el abuelo sacando la cuchara de la olla y mirándome algo irritado al parecer.
―Abuelo… ―le dije en un suspiro―. Por si ya lo olvidaste, tú tienes prohibido acercarte a mi escuela desde el incidente del año pasado con la podadora ―por su expresión, creo que lo recordó.
―Yo no tuve la culpa, ¡Esa podadora se volvió loca! ―dijo el abuelo a la defensiva―. Además el gato se atravesó de la nada, ¿a quién se le ocurre traer un gato a un festival de jardinería?
―Sin mencionar que hubo niños ahí y los dejaste traumados ―le dije sonriendo divertido.
―¡Traumado yo José!, uno de los ojos del gato salto a mi boca ―dijo el abuelo apuntándome con el cucharon―. Y créeme que masticar ojos de gato es algo que jamás se olvida.
―Bueno, bueno ―le dije tranquilo―. Creo no hay que recordar cosas como esas antes de comer ¿no crees?
―Tienes razón ―dijo girándose hacia la olla―. En un momento estará la cena.
―Claro ―dije dirigiéndome hacia mi habitación.

Entre a mi cuarto cerrando la puerta tras de mí, me tumbe pesadamente en mi cama relajando los músculos de mi cuerpo, ¡Vaya! Estaba más cansado de lo que creía, acomodé mi cabeza sobre la almohada de mi cama, sintiendo una envolvente suavidad, estiré el resto de mi cuerpo para luego relajarlo cómodamente, al final cerré mis ojos con lentitud bostezando abiertamente, creo que tomaré una siestecita…

De pronto sentí algo encima de mí y también podía sentir que me abrazaba por la cintura, me sentí un poco incomodo al saber de quién se trataba. Volteé a ver a mi hermana Sandra junto a mí, llevaba una blusa de color azul claro y unos pantalones blancos, tenia sujeta su larga cabellera negra en una cola de caballo y tenia fijos sus ojos de color café oscuro en mí:

—¿Qué? ¿Qué pasa? ―le dije indiferente.
―Nada, simplemente te vi dormido y decidí venir a darte un abrazo ―me dijo con dulzura.
―¿Solo por esa razón? ―le pregunté como si nada.
―No la necesito ―me dijo Sandra―. Soy tu hermana menor y puedo abrazarte cuando quiera, no tiene nada de malo.
―Lo que digas ―le dije fríamente.
―¡Ay José! ¡Te juro que a veces eres bien payaso! ―me dijo algo molesta.
―Pero no para tu circo ―le dije con seco humor, giré la cabeza y nos miramos por un momento, luego reímos.

Disfruto estos momentos, en donde olvidamos los problemas diarios y estamos solo los dos riendo mutuamente, mi hermana es la única persona, además del abuelo, que me hace sonreír, a la única que en verdad puedo llamar una amiga…mi mejor y única amiga. Con los demás es muy distinto, no soy de los que conviven, siempre estoy apartado de todos, y si tengo que juntarme con algunos compañeros por algún trabajo, solo es por obligación, aunque claro, siempre hubo aquellos momentos en que había un verdadero desmadre, y terminaba por entrarle a los juegos de los demás, riéndome a lado de ellos.
¿Y a quien no le pasa?, siempre cuando hay un ambiente de diversión entre muchos, hasta el más solitario termina sonriendo, pero yo no puedo referirme a ninguno de ellos como amigo, no como lo ha sido Sandra para mi todos estos años:

―Por cierto ―le dije terminando de reír―. Te fuiste antes sin avisar.
―Pero si te avisé ―me dijo ella―. Te mandé un mensaje.
―¿Un mensaje? ―le pregunté haciendo memoria―. Ah ya, es verdad…
―¿Ya te acordaste? ―me preguntó.
―Si ―le dije.
―Ahí decía que me quería ir rápido porque me sentía cansada ―me dijo Sandra.
―No vi el mensaje ―le volví a decir dejando de mirarla.
―¿Entonces? ―me preguntó.
―Me acordé…que se me olvidó mi celular aquí ―dije señalando el buro junto a mi cama―. Como me quedé dormido y tuve que irme rápido…
―Ya veo ―dijo recargando su cabeza en mi pecho―. Lo bueno es que ya son vacaciones, tintin ―como odio que me diga así.
―No me digas así… ―le dije secamente.
―¡José! ¡Sandra! ¡A comer! ―nos avisó el abuelo desde el comedor.
Me salvo la campana ―pensé para mis adentros―. ¡Ya vamos abuelo! ―le avisé a mi abuelo―. Ya oíste, ahora te puedes quitar.
—Bueno tintin, vamos a comer —dijo en tono alegre.
—Que no me digas así —le dije molesto.
—No te enojes tintin, yo sé muy bien que te encanta que te diga así ―me dijo guiñándome un ojo.

Aparte la vista ocultando el sonrojo que provoco esa acción suya, cerrando los ojos con fuerza del puro coraje por lo que había dicho. Ella sabía muy bien que odiaba ese apodo que me puso, su origen remonta a muchos años atrás, cuando ella y yo teníamos como ocho años, y era navidad.
Mi hermana y yo estábamos jugando a las atrapadas dentro de la casa mientras nuestro abuelo ponía el árbol, yo era quien debía atraparla, pero cuando estaba a punto de alcanzarla, ella chocó contra un estante haciéndolo tambalear, y hasta arriba de ese estante había una caja llena de cascabeles de navidad. La caja rodó y los cascabeles cayeron al suelo, y cuando intenté caminar por encima de ellos, bueno…ya se imaginaran.
Mi hermana volteó, y como era muy inocente en ese entonces, se empezó a reír de mí, yo intente levantarme pero volví a resbalarme haciendo que se riera más, al final cuando empezaba a enderezarme, cayeron de la caja dos últimos cascabelas, chocando contra mi cabeza, uno después de otro, haciendo su típico sonido de tin, y esa misma noche me puso ese apodo, tintin, tal vez para ella fue divertido…pero para mí no, y ella lo sabe muy bien.
Lo que no sabe es…que tampoco me gusta que me guiñe el ojo y esas cosas, me hacía sentir incomodo, cada vez que hacia algo por el estilo, una extraña sensación recorría mi cuerpo, empezaba a ponerme nervioso sin poder moverme, y ese sentimiento crece tanto en esos momentos haciéndome apartar la vista, haciéndome huir, como si me diera pena o…temiera sentir…no se…algo mas…
Y me incomoda porque se me hace un nudo en la garganta impidiéndome hablar, y cuando eso no ocurre, no sé qué decir…pero esta vez es distinto, siento el coraje crecer dentro de mí, tenía que actuar rápido:

―…Quítate ―le dije con frialdad.
―Pero tintin, no te enojes, yo solo…

No la escuchaba, la desesperación no me dejaba, la frustración de querer alejarla y que ella se mantenga tan cercana a mí, la rabia creció tanto en mí que no pude contenerla más, la fulmine con la mirada haciendo que callara:

―José… ―me dijo sorprendida, ahora ella no sabía que decir.
―¡Dije que te quites! ―le grité con rabia―. ¡Y no vuelvas a decirme así! ¡¿Entendido?!
―… ―me miro atónita, luego ella bajo la vista―. Perdón.

Ella se levantó con el gesto apagado, sin decir nada mas, de inmediato perdí mi mirada de frialdad al verla así, solo reaccionaba de esa forma cuando se entristecía, y era aun mas, cuando soy yo el que lo provoca, a pesar de la edad de Sandra, ella es…bueno…algo sensible cuando yo le hablo así, ¡Bien hecho José! ¡Dile algo grandísimo animal!:

―Oye…Sandra ―la llamé con pena.
―¿Si, José? ―me dijo aun con el gesto apagado.
―…Hoy cantaste de maravilla ―le dije sonriendo.

Su mirada de inmediato se encendió con una sonrisa, me miró por unos segundos y yo le correspondí, luego se lanzó hacia mí abrazándome fuertemente:

―¡Gracias tintin! ―dijo ella muy feliz.
―De nada ―dije correspondiendo su abrazo, luego nos separamos―. Ahora fuera de mi cuarto, en seguido estoy ahí.
―Está bien ―dijo ella dándome un beso en la mejilla y saliendo de mi habitación dando saltitos.

Me quedé petrificado por un momento, sintiendo una suave sensación recorrer mi mejilla, luego mi rostro, hasta extenderse por todo mi cuerpo. Lentamente moví el brazo hasta que mi mano llegó a la altura de mi rostro, acariciando la parte en donde mi hermana depositó su beso, sonreí sin razón.
Reaccioné de mi trance dejando de sonreír, me levante de mi cama sacudiendo fuertemente mi cabeza tratando de alejar esas ideas de mi mente, lancé un grito ahogado y me dejé caer nuevamente sobre mi cama:

―Maldita sea ―sin decir más, me levanté de mi cama para asistir a la cena.
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La cena transcurría lentamente, el abuelo nos había preparado un rico estofado con el extraño nombre de “muerto hirviente”, el siempre con sus extraños nombres que le pone a la comida, como por ejemplo, “papas a la zombie” y “caldo de huesos fritos”, y demás.
El silencio nos rodeaba mientras comíamos, miré de reojo a mi hermana Sandra y a mi abuelo Tomas, y al parecer ninguno tenía la urgencia de romper este silencio, incluyéndome, no soy de las personas que hablan mucho, solo cuando es necesario. Ya casi terminábamos de comer cuando el abuelo se detuvo:

—Están muy callados, ¿pasa algo? —dijo mi abuelo de forma tranquila, mi hermana y yo nos miramos entre sí con duda, luego miré al abuelo
—No, nada —respondí—. ¿Por qué abuelo?
—Es que…pensé que estarían emocionados por el viaje, pero…
—¡Claro que si abuelo! ¡Ya quiero que llegue el día! —dijo Sandra en tono animado interrumpiendo al abuelo—. Espero conocer chicos lindos —dijo sonriendo con picardía bajando la mirada hacia su plato.
—…Pervertida… —dije en un hilo de voz.
—¿Cómo me dijiste? —dijo evidentemente molesta, ¿acaso pudo oírme?
—¿Yo? ¿A qué hora hable?
—Bueno, bueno —dijo el abuelo para tratar de evitar una “pelea de hermanos”—. Necesito decirles algo.
—¿Qué cosa? —pregunté zafándome de la pelea con mi hermanita.
—…Yo…normalmente no les hubiera querido decir esto al menos mas adelante…pero no tengo opción —dijo el abuelo Tomas de forma…muy sería…algo que no veía a menudo en el.
—¿Qué ocurre abuelo? ¿Pasa algo malo? —preguntó Sandra.

Miré al abuelo, este bajó la vista manteniendo una expresión pensativa, quedándose totalmente quieto, Sandra y yo nos miramos de forma dudosa por un momento, nunca vimos al abuelo actuar de esa forma, no desde la vez que nos dijo de donde vienen los bebes, ahí sí que se puso nervioso para contarnos, pero esta vez era distinto, parecía ser algo muy serio, pasaron los minutos en que de vez en cuando alzaba la vista hacia mi o hacia Sandra por un momento y luego la volvía a bajar en semblante pensativo, parecía ser que intentaba decirnos algo, pero lo notaba dudoso de si decirnos o no, eso creía yo:

—Abuelo… —dijo Sandra, el mencionado alzó la vista con lentitud hacia mi hermana—. ¿Es sobre el viaje?
—Bueno, yo…
—Descuida abuelo —le dije esperando sacarlo de esa extraña actitud—. Si no se puede hacer, ya será para otras vacaciones, ¿verdad Sandra?

Esta me miró dudosa, yo le di una leve patada debajo de la mesa para que me siguiera el juego, a lo cual ella respondió con una leve mueca de dolor pero cambiándola en una rápida reacción de gesto entendiendo mi mensaje:

—Así es abuelo —dijo Sandra—. La verdad yo si tenía muchas ganas de ir, pero si no se puede, entonces será para otra ocasión —dijo ofreciéndole al abuelo una sincera sonrisa.
—Y lo bueno es que podremos hacer más cosas juntos, en familia —dije sonriéndole también.
—…Ojalá solo fuera eso José —dijo el abuelo con voz apagada.

No sabía que responder, esto no me gustaba, el abuelo no actuaba de esa forma a menos que fuera realmente importante, de hecho, no recuerdo la última vez que lo vi actuar tan…serio:

—¿Entonces…que es? —preguntó mi hermana.
—…Sandra…José…yo no soy su abuelo…

Lo miré incrédulo, lo primero que se me vino a la mente es que el abuelo estaba bromeando, lo que decía simplemente no podía ser cierto, pero viendo su expresión seria llena de frialdad, no pude desmentir lo que nos había dicho. Volteé a ver a Sandra, y pude ver en su rostro que a ella le invadía la misma duda que me invadía a mí:

—¿De qué estás hablando abuelo? —preguntó Sandra incrédula.
—Que yo no soy su abuelo, yo no soy de su familia —dijo sin mirarnos.
—¿Cómo que no eres de nuestra familia? —le pregunté temiendo lo peor—. Explícate, ¿a qué te refieres exactamente?
—…Mi nombre no es Tomas, ese jamás ha sido mi nombre —nos dijo—. Mi verdadero nombre es…Ashley J. Williams, Ash si prefieren.
—¿Ash? —preguntó Sandra.
—Pero… —dije empezando a reflexionar—. ¿Por qué nos lo dices ahora?
—…Porque es momento de que sepan la verdad —nos dijo Ash—. Sus padres no murieron en un accidente automovilístico.

Ya no sabía que pensar, revelaciones como esas hacían que mis pensamientos se revolvieran salvajemente como un licuado de frutas, y hablo de esos licuados que quedan bien hechos. Todo parecía mentira, una horrible mentira, el en realidad no es nuestro abuelo, y nuestros padres no murieron en un accidente, ¿entonces como? ¿Por qué nos lo dice ahora? ¿Por qué justo ahora que estábamos tan bien?, bueno…ya no importa, lo supe y no hay marcha atrás, algo es seguro…quería respuestas. Me levanté de golpe para la sorpresa de Sandra y Ash con una mirada llena de enojo hacia este último, mas le valía decirme la verdad:

—Dinos que pasó —dije conteniendo mi enojo—. Tenemos que saberlo…por duro que sea —dije bajando la vista por un momento y luego la alcé mirando solo a Ash—. Es momento de que nos digas toda la verdad, ¿Quién eres? ¿Y qué les paso en realidad a nuestros padres?
—…Les contaré, pero es posible que no me crean nada —dijo Ash
—Dinos… —dijo decisiva mi hermana para sorpresa mía, volteé a verla y vi que tenía una expresión seria en su rostro, algo no muy común en ella.
—Bien… —aceptó Ash—. Creo que se los diré desde el principio, como ya dije antes, mi nombre es Ash, y soy…el elegido…
—¿Elegido? ¿Elegido de qué? —pregunté.
—Yo pertenezco a una…dinastía de elegidos, los que combaten los horrores de este mundo —dijo Ash seriamente—. Existe algo llamado necronomicon ex mortis, el libro de los muertos, hecho con carne humana y escrito con sangre de los condenados…entre sus cambiantes páginas se encuentran profecías del fin del mundo, crónicas de elegidos del pasado, pero sobre todo…pasajes de resurrección demoniaca.
—¿Qué tiene que ver un maldito libro de ciencia ficción con nuestros padres? —pregunté algo irritado.
—Más de lo que tú crees José… —dijo Ash mirándome con seriedad—. Como decía, mi vida iba bien hasta que me encontré ese maldito libro.
“Fue hace mucho, cuando tenía más o menos treinta y cinco años, en una cabaña en las montañas cuando quería pasar el fin de semana con mi novia, Linda. Todo iba perfecto hasta que encontré el maldito libro junto con una grabadora del antiguo dueño de la cabaña, en la cual venia grabada la traducción de algunos pasajes que fueron escuchados por el necronomicon despertando el poder oscuro que contenía…ahí fue cuando verdaderamente se desato en mi vida un infierno”
“El necronomicon despertó, y los espíritus malignos que provenían de este, llamados deadites, fueron por Linda…y…cuando se la llevaron esos malditos, fueron por mi”
—En aquella ocasión, los deadites poseyeron mi mano, y tuve que cortármela hasta la muñeca…como podrán notar —dijo Ash mostrando su mano de metal.
—Pero aunque tengas así tu mano, eso no prueba que espíritus malignos hayan poseído tu mano y te la tuviste que cortar —dijo Sandra con lógica.
—Eso es verdad, pero atentos, porque aun no termino…y se pone peor…
“Cuando terminé de destrozar a esos bastardos deadites en esa cabaña, el necronomicon abrió un especie de túnel del tiempo…enviándome al pasado, exactamente al año mil trescientos después de Cristo, ¿y qué creen que me encuentro?, mas estúpidos no muertos, y para volver a casa tendría que encontrar el necronomicon, así que me construí esta mano metálica y me fui en busca del maldito libro”
—Ahora ven porque mi mano de metal parece algo medieval ¿no lo creen? —nos dijo Ash—. Fue ahí donde empezó mi camino como el elegido, enfrentándome continuamente al necronomicon y su ejército de putrefactos no muertos —hizo una pausa y continuó—. El necronomicon me ha enviado al pasado, al futuro y a distintas realidades, y en cada una de esas veces le he pateado su empapelado trasero a ese maldito libro, pero ese maldito libro nunca dejo de intentarlo, es aquí donde entran ustedes.
“Pasaron los años y yo empezaba a envejecer, fue cuando el necronomicon formuló un plan, viajo hacia el futuro para matar al elegido que seguía de mi, y como yo algún día moriría por la edad, el ciclo de los elegidos se rompería, y dejarían de existir, por lo que yo seguí al maldito libro para tratar de impedirlo”
“Pero me encontré con algo muy inesperado, porque no se trataba de un elegido, sino de dos elegidos, y recién nacidos, ¿Quiénes eran esos bebes destinados a luchar en el futuro contra el mal encarnado?
—Pues nada más y nada menos que ustedes, Sandra y José —nos dijo Ash.

Yo continuaba incrédulo ante todo lo que nos decía Ash, mire a Sandra quien lucía igual de incrédula, pero ligeramente más sorprendida que yo, seguí atento a lo que nos decía este “elegido”:

—Sus padres…si llegué a conocerlos, muy buenas personas —dijo Ash con una sonrisa—. Su padre se llamaba Héctor Gabriel Meylor y su madre Elena Meylor, el apellido pertenecía a la familia de Elena…
“Cuando me acerqué a ellos intentando explicarles la situación, al principio me tomaron como un loco, pero no me tomo mucho convencerlos ya que el necronomicon envió a su ejército de deadites a por ustedes y de paso, también por mí. Aunque yo estaba dándole buena pelea a los deadites, el libro estaba decidido en aniquilarnos a todos, estando a punto de caer ante el necronomicon, sus padres…intervinieron en la pelea…tomando una dura decisión”
“Sus padres los entregaron a mí, suplicándome con mucho dolor que los cuidara como si fueran mis hijos, y yo…pues…les hice la promesa de que lo haría, y sabiendo que no tenían ninguna oportunidad, se lanzaron contra el ejercito del necronomicon, dándome un valioso tiempo para poder escapar, usando una página que arranque del libro maldito, recité unos pasajes en ella para abrir un portal, y llegar a esta dimensión…dejando a dos héroes atrás”
—Nunca vi a unos padres…que amaran tanto a sus hijos…tanto, para que estuvieran a dar su vida por ellos en esas circunstancias —nos dijo Ash comprensivo.

Mi mente estaba nublada y confundida, antes la muerte en auto de nuestros padres era más creíble, pero después de contarnos esta revelación, parecía ser más mentira que verdad, solo una gran y tremenda locura, parecía una versión retorcida y ficticia de “volver al futuro”, es decir… ¿demonios? ¿no muertos? ¿libros de magia negra que abren portales a otras realidades y a través del tiempo?
Volteé a ver a mi hermana una vez mas, quien para sorpresa mía me estaba observando llena de angustia, luego bajó la vista y yo deje de mirarla, pasó un breve momento de silencio en el que estaba a punto de decir algo, pero mi hermana se me adelanto levantándose de su asiento mirando al abuelo:

—¡No…! ¡No puede ser! —bramó Sandra con desesperación—. Lo que dices no puede ser cierto… ¡Dinos la verdad!
—Esa es la verdad —nos dijo Ash fríamente.
—¡Por favor, Ash! ¿Cómo esperas que te creamos? —le dije con enojo—. ¿Y porque esperaste justo hasta ahora? ¡¿Por qué?!
—Chicos… —dijo Ash bajando la vista—. Créanme que si tuviera opción, nunca les hubiera dicho…pero no la tengo —alzó la vista mirándonos con firmeza—. Es momento de que acepten su destino como elegidos, porque…algo se acerca.
—¿Qué? —pregunté sin entenderle mientras yo y mi hermana nos sentábamos—. ¿Qué quieres decir?
—…Hace mucho, antes de que supiera de ustedes, el necronomicon me mando a un universo donde casi consigue librarse de mi —dijo Ash pensativo—. Derroté al maldito libro…pero ese no fue el único mal al que tuve que enfrentarme…
“Pasaron exactamente seis meses desde que enfrente al necronomicon en aquella realidad, viviendo tiempos de paz y tranquilidad al lado de una chica que conocí, Regan. Pero un día llegó a nuestra casa una doctora llamada Maggie Burroughs diciéndome que la lucha de los elegidos nunca acaba, que aun existían otros horrores por combatir, por eso me pidió que me uniera a un grupo de personas que pensaban tomarle la ofensiva”
—Cuando combatí al necronomicon en esa realidad, este había caído en manos de un monstruo de pesadillas llamado Freddy Krueger —nos explicó Ash—. Esperen un momento…

Ash se levantó de la mesa y rápidamente corrió hacia el pasillo, llegué a escuchar como abría la puerta que daba al sótano. Sandra y yo nos quedamos a la expectativa por unos minutos hasta que Ash regresó trayendo consigo una especie de motosierra y una especie de escopeta de cañón recortado color negro, los puso sobre la mesa para que los viéramos mejor, me fijé más en la motosierra que no era cualquier motosierra, esta tenia doble cortadora, y al final de cada una tenia forma de afilados picos encorvados de forma recta, como si fueran garras, y como el motor era de color negro, le daba un aspecto fuerte e intimidador:

—Freddy teniendo el necronomicon era una verdadera amenaza, y yo necesitaba armamento —dijo mientras se quitaba su mano de metal—. Que estuviera a mi paso.

Para sorpresa mía y de Sandra, encajó la parte metálica de su muñeca con la motosierra de doble cortadora, y la alzó con facilidad como si se tratara de su propia mano, jaló la cuerda del motor y la parte de la cadena en las cortadoras empezó a brillar de una extraña luz purpura zumbando con fuerza:
—Cadenas de energía —explicó Ash sonriente—. Esta belleza puede cortar el más fuerte de los aceros como su fuera papel, e hizo un trabajo más rápido con Freddy y el necronomicon, se los aseguro.
—¿Y qué hay de la escopeta? —preguntó Sandra.
—¡Ah claro! ¡Mi palo llameante! —dijo Ash tomando su escopeta—. Esta belleza junto con la sierra fueron construidos por Regan, ella era excelente con la tecnología y la mecánica, esta escopeta tiene diferentes modos de disparo, disparo de energía, disparo de munición, disparo lanza red.
—Chido —dije viendo sus increíbles armas.
—No, no chido…groovy —dijo Ash apagando la sierra mientras se la quitaba.
—Eso es de los años treinta Ash, ¡Es viejísima esa expresión! —dijo Sandra casi en burla.
—¡Cuarenta Sandra, cuarenta! —le dijo poniendo la sierra y la escopeta en la mesa—. Pero como decía, esa doctora me explicó que aunque derrote a Freddy en aquel entonces, había otros males por ahí que no podían ser ignorados, y me advirtió que tarde o temprano vendrían por mí y mis seres queridos, me negué e hice que se largara sin creer lo que me había dicho…lo malo es que tuve que saberlo por mi mismo —dijo Ash con aire de tristeza.
—¿Y qué pasó? —preguntó Sandra.

Ash volvió a la mesa sentándose en una silla, recargó el codo de uno de sus brazos en la mesa mientras apoyaba la frente de su rostro en su mano, noté que cerró los ojos con fuerza, al parecer para el también es difícil decirnos esto…no es difícil deducir que pasó con Regan en aquél entonces:

—Hay cosas que prefiero no decir —dijo Ash alzando la vista, recuperando la seriedad.
“Después de eso fui en busca de la doctora, encontrándome con dos colegas mas, Tina Shepard y Tommy Jarvis, esos dos tuvieron problemas pasados con Jason Voorhees, otro de los monstruos de pesadilla que enfrente cuando fue la batalla contra Freddy, una verdadera máquina de matar”
“Más tarde, inesperadamente llegaron dos individuos de la batalla contra Freddy Krueger, no recuerdo bien sus nombres, pero esos chicos a pesar de su apariencia ordinaria, eran todo menos ordinarios…eran vampiros”
—¿Vampiros? ¡Debes estar de broma! —dije incrédulo.
—¿Ves porque te dije que casi pierdo la vida?, pero en fin, ellos llegaron con el fin de ayudarnos, y como sabía que no iban a intentar asesinarnos a todos, aceptamos —dijo Ash—. Casi al final de ese día, llego la última visita de la doctora Maggie…y llegó en una nave espacial, ¿saben a qué me refiero no?
—¿Nave espacial?, aguarda… ¿un marciano? ¿en serio? —pregunté aun mas incrédulo.
—Exacto, el era algo así como un cazador espacial, pero por lo que puedo recordar lo desterraron de su planeta…fue cuando nos enteramos de algo mucho peor…
“Salimos de Guatemala para meternos a Guatepeor, el alienígena, cuyo nombre no recuerdo, nos dijo que el líder supremo de su raza, el mismo que lo había desterrado del planeta, planeaba destruir la tierra y a todo ser humano en ella, y ese mismo día empezó la invasión”
“Varias naves de batalla llegaron a la tierra dispuesta a destruirla, así que, sin más opción, nos unimos contra esta amenaza. Llegamos hasta la nave madre empezando la lucha contra algunos Yautjas, así se llamaba la raza alienígena que planeaba destruir la tierra de aquella realidad, la única oportunidad que teníamos era eliminar al líder Yautja de aquél entonces, pero al llegar…nos encontramos algo peor”
“En su lugar estaba el causante de que volviera al negocio del elegido, con toda su tropa de demonios lista para devorar nuestras almas, el maldito que me arrebato a Regan…cuyo nombre jamás olvidare…Pinhead”
—¿Pinhead? —pregunté.
—Sí, ese infeliz planeaba usar al gran ejército de Yautjas para no solo gobernar la tierra, sino todo el universo…librándose la más grande batalla que yo haya vivido.
“Ahí también estaban Freddy Krueger y Jason Voorhees, además de un montón de Yautjas no muertos que transformo y los puso bajo su control, pero al final Pinhead decide quedarse con todo el universo para él, haciendo aparecer una versión mecánica y abominable de Jason Voorhees para quitar a Freddy y a Jason del camino”
“Pero Freddy, de alguna manera, supo que eso sucedería, por lo que mostró una pequeña caja rompecabezas que al parecer era muy preciada para Pinhead, ya que por lo que recuerdo, de ahí obtuvo sus poderes. Krueger hizo que el cubo absorbiera a Pinhead enviándolo a otra dimensión, y yo destruí la caja de un disparo encerrando a Pinhead para siempre…”
—O al menos…eso creía —dijo Ash pensativo—. Ese maldito…ha vuelto.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —le pregunté—. Dijiste que eso pasó en otra realidad, ¿Cómo es que tu puedes saberlo?
—…He tenido sueños…extraños…sueños de oscuridad donde solo escucho gritos de muerte y masacre —dijo Ash bajando la vista—. Y una voz siniestra diciéndome…he vuelto…he vuelto… —alzó la vista con una inesperada sonrisa—. ¿Coincidencia?, no lo creo.
—¿Y qué esperas que hagamos? —le pregunté entre frustrado y desesperado—. ¿Qué sigamos tus pasos y enfrentemos a Pinhead y a ese necro-quien-sabe-que y esperemos lo mejor?
—Chicos, entiendo que estén asustados, pero es su destino, son los nuevos elegidos, los elegidos para combatir el mal —nos dijo Ash tranquilamente—. ¿Nunca han sentido algo extraño? ¿Cómo algo malo los rodea o algo así?

Me sorprendí ante sus palabras recordando aquellas sensaciones, aquél sentimiento que se formaba en mi interior y se volvía tan fuerte hasta provocarme un escalofrió cuando me encontraba solo…o con Sandra y Ash:

—Bueno… —dije haciendo memoria—. Algunas veces, cuando nos encontramos solo los tres, sin nadie más a nuestro alrededor, me da la sensación de que…algo nos observa…como si algo nos mirara siempre listo para atacarnos…
—Yo también lo he sentido —dijo Sandra de pronto.
—¿También tu? —le pregunté incrédulo.
—El mal del necronomicon siempre a tratado de eliminarlos —nos dijo Ash.
—Pero espera un minuto —dijo Sandra—. Si el necronomicon de la dimensión en donde combatiste a Pinhead y a Freddy fue destruido, ¿Cómo es que pudo viajar a la realidad donde apenas éramos bebes y luego seguirnos hasta aquí? —me le quede mirando a mi hermanita, ella lo notó y volteó a verme—. ¿Qué? ¿Creías que no ponía atención?
—Eso es porque cada realidad tiene su propio necronomicon —nos dijo Ash—. Y cada uno de esos malditos tomos está conectado el uno con el otro para así llevar al elegido a distintos mundos para tratar de eliminarlo.
—O sea, que este mundo, por así decirlo, tiene su propia versión del necronomicon —dije entendiéndole a Ash.
—Exacto  —dijo Ash—. Y los deadites de este universo han tratado de eliminarlos a ustedes apenas siendo unos niños sin que ustedes se dieran cuenta, ¿recuerdas la podadora del festival de jardinería, José?
—¿Cómo olvidarlo?
—Pues…esa podadora fue poseída por un deadite del necronomicon, la podadora no los seguía a ustedes por coincidencia, los seguía para eliminarlos…
“Y no solo fue esa vez, también aquella vez en el supermercado, esa empleada no cayó por accidente en aquel triturador de carne, fue poseída y yo tuve que encargarme. Y la vez de la pastelería, ese gato no se metió solo en el horno. También en el día de acción de gracias, que hubiera muertos ese día no fue coincidencia. Y como olvidar el horrible incidente a los quince de la fiesta nudista en la piscina, en la noche de halloween, a la que invitaron a Sandra y a ti no José, cuando tu hermana supo lo que era el alcohol, fue una suerte que ella haya bebido demasiado y se la pasara toda la noche vomitando y tu estuvieras a su lado, fue cuando la fiesta se descontroló al ver a todos los chicos poseídos y yo tuve que encargarme, y nos fuimos de ahí sin que ustedes hayan visto la masacre, y cuando la vieron por las noticias, nunca supieron el motivo”
—Aquella vez sentí un mal presentimiento —volteé a ver a Sandra—. Estaba…muy preocupado por ti —dije con una sonrisa, a lo cual ella correspondió con el mismo gesto.
—Y la vez de su cumpleaños a los ocho años, el payaso de la fiesta fue poseído —dijo Ash con una sonrisa divertida.
—Eso explica los globos en forma de monstruos y el pastel embarrado en las paredes —dijo Sandra.
—¡Ah! ¡Y cómo olvidar la vez del salón de bingo en aquella casa de retiro! Fue cuando…
—¡Abuelo! ¡Por favor no lo digas! Aun tengo pesadillas de esa vez —le dije interrumpiendo su anécdota.

Ash me miro sorprendido, ahora caía en la cuenta de que lo había llamado abuelo, los tres nos miramos por un momento y sin decir más nos reímos…la costumbre:

—José…Sandra… —dijo Ash dejando de reír—. Entiendo que estén asustados, pero es su destino, no importa donde este Pinhead ahora, si pudo salir de aquella dimensión del cubo, solo es cuestión de tiempo para que me encuentre para vengarse…y ustedes dos son los únicos que pueden hacerle frente.

Miré a Ash por un momento reflexionando sus palabras, sin mirar a nadie me levante de mi asiento, y sin decir nada mas, abandoné el comedor.

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