martes, 19 de abril de 2011

Bésame

A P A S I O N A R I O
1

¿Cuánto tiempo me le he quedado mirando? A aquella chica de cabellos negros y aspecto entristecido, delicadas gotas escurren por sus mejillas, lagrimas de coraje caen de su rostro sin razón aparente.
Un leve aguijonazo atraviesa mi pecho al ver su aspecto, una furia me recorre la espalda por la impotencia de no poder ayudarla como debería hacerlo. Ahora mismo es la última clase de un viernes, todos concentrados en sus ocurrencias exceptuándola a ella y a mí, yo, Max, mirando con desesperación a ella…Verónica…mi Verónica:

―Oye Max ―me susurró Brandon, yo volteé a verlo―. ¿Qué tiene?

Miré a Vero, y en silencio respondí:

―No sé…
―Habla con ella ―me aconsejó, mirándome con autentico bien.
―…

Me quedé en silencio, ¿qué podría decirle?, no importaba cuanto le insistiera, siempre se mantenía callada sin mirarme, ¿porqué siento ese mal estar al acercarme a ella? ¿y me atrevo a llamarme su amigo? ¡Qué asco me doy!
Verónica cruzó los brazos sobre su pupitre para luego ocultar su rostro entre ellos. Al ver su acción coloqué el audífono aun funcional en mi oído derecho empezando a escuchar música para distraerme…

Mi razón he de buscar
He de seguir sin descansar
Renacer, escapar
Me voy de aquí y me siento mal

No era la mejor opción, moví mi mano hasta mi bolsillo de mi pantalón donde estaba mi celular, apretando varias veces el botón para continuar la lista de reproducción hasta que finalmente decidí detener la música.
No pude evitar mirarla por un breve instante, deseé intensamente acercarme a ella para abrazarla… ¿pero de que serviría? Sé que ella no correspondería.
Ella tenía miedo, sentía pánico por no sentirse capaz de hacer las cosas bien, por eso ella misma se rodeaba de miseria, ¿por qué se torturaba a si misma?
Resonó el timbre de la escuela preparatoria marcando el inicio del fin de semana, un lento suspiro salió de mis labios mientras guardaba mis cosas, y al terminar me fijé que Vero seguía sin moverse. Tan concentrado estaba en ella que no advertí un golpe en mi hombro, ay Brandon:

―¿Ahora porque? ―pregunté sobándome el hombro.
―Porque es divertido ―me dijo Brandon, luego miró a Vero―. ¿Por qué no se mueve?
―No lo sé ―le dije―. Pero ya se moverá.
―¡Ay de veras! Que hay gente en nuestro país que… ¡Asshhhs! ―me le quedé mirando despectivamente―. ¿Qué? Ya te vas a poner de pinche digna.
―Como Aline ―le dije, sintiendo de pronto mi otro hombro golpeado.
―¡Au!
―No le faltes el respeto a mi amigo Brandon ―dijo Marco fingiendo seriedad.
―Amigo Marco ―le llamó Brandon―. Me dijo que Selene quien sabe que.
―Hijo de tu chin ―dijo Marco golpeándome otra vez en el hombro―. También dijo algo de Aline no se qué ―Brandon me golpeó mi otro hombro.
―¡Au! Pues la verdad Aline es mi vieja ―Brandon volvió a pegarme―. Y la engaño con Selene que me la hace…
―¡Hiiii! ―dijo Marco antes de volver a pegarme―. Chingada madre…
―¿Podrían dejar ya de pegarme? ―les dije, pero ambos volvieron a pegarme―. ¡Auch! ¡Ya se están pasando de verga!
―¡Ay dale! ―dijo Marco, yo me reí.

Me despedí de mis amigos y ellos abandonaron el salón. Miré hacia donde estaba Vero quien terminaba de guardar sus cosas y salía del aula.
Con rapidez corrí tras ella, decidiendo alcanzarla una vez que ambos saliéramos de la escuela pero me sorprendí al ver que no se dirigía a la salida, aun así la seguí de cerca hasta una de las grandes jardineras del lugar, ella se sentó bajo la sombra de un árbol con la cabeza gacha.
Incluso de lejos podía ver claramente como Vero seguía llorando, fue en ese momento que me acerqué a ella con el único deseo de ayudarla, sin importar nada ella es mi amiga:

―Vero… ―me miró un momento y luego dejo de hacerlo―. ¿Qué tienes?
―… ―como lo esperaba, ella no me respondió.
―¿Por qué estas llorando así? ―volví a preguntarle.
―¡Nada! ¡Solo quiero que me dejen en paz! ―me dijo desesperada.
―Pero, yo… ―traté de decir, pero ella me detuvo.
―Por favor Max, quiero estar sola ―dijo sin mirarme.
―…Ok, te dejo, está bien…

Di media vuelta resignándome a ayudarla, ella estando así no podría hablarle, quizás necesite un poco de tiempo…
Me detuve ante mi último pensamiento, dándome cuenta de que siempre me decía eso, creyendo en la falsa ilusión de que estaría bien…y ya me cansé de esperar.
Volví la vista acercándome a Verónica una vez más:

―¿Sabes que, Verónica? No, no está bien, ¿Por qué insistes en torturarte a ti misma?
―… ―ella alzó la vista.
―Dices que llorar te hace sentir débil, que no te sientes capaz, que tu vida es una miseria, que el destino te odia. Vero, si es una vocecilla en tu cabeza la que te dice eso, te digo como amigo que no la escuches, o si es una persona la que te lo dice, es un estúpido que no merece tu atención
―No es eso, siempre aparecía en cuadro de honor, y cuando llegué  aquí todo se vino abajo ―dijo soltando mas lagrimas.
―Entonces… ―dije dejando mis cosas y sentándome frente a ella―. El problema no son los demás, eres tú.
―¿Yo? ―me preguntó
―Sí, estabas tan acostumbrada a sacar buenas calificaciones que cando empezaste a bajar de promedio te acostumbraste a rendirte y huir ―me expliqué
―… ―ella dejó de mirarme.
―Pero Vero, así es la vida, a veces tenemos tropiezos, eso es lo bonito, caerte y volver a levantarte, de eso se trata…de eso estamos hechos ―le dije con sinceridad.
―¡Tú no sabes por lo que he pasado! ―me dijo con sorpresivo enojo.
―…Tal vez Vero, tal vez. Pero me ha pasado lo que a ti ―le dije―. Te has creado un muro que no permite que nadie llegue a ti, y el día en que alguien se pase de la raya le soltaras un buen madrazo…pero Vero, ¿crees que no te devolverá el golpe? O peor, si hubiera un accidente en el tú fueras responsable…y si eso llegara a pasar te harás la pregunta; ¿valió la pena? ¿valió la pena guarda todo ese dolor y odio todos estos años? ―le dije sinceramente―. Yo me hice esa pregunta, llegó a pasarme y déjame decirte que duele mucho, pero al final deje el dolor atrás… ¿Por qué tu no?

Ella me miró por un momento, luego bajó la vista dejando de llorar, respiré profundamente, es la primera vez que hablo con Vero de esta forma…y si me estaba escuchando, iba a escuchar todo:

―Y con esa forma de ser, no solo te haces daño a ti misma, también a los que te rodean ―le dije seriamente.
―…Pero yo no le he hecho daño a nadie ―me dijo mirándome sorprendida.
―A mi me has hecho daño ―ya era momento de decirlo.
―¿A ti? ¿en qué? ―me preguntó
―…Cuando fuimos novios por dos semanas, no sé si ya lo olvidaste, pero yo aun lo recuerdo, cuando te pregunté qué sentías por mi… ¿recuerdas que me dijiste? ―le pregunté mirándola fijamente.
―… ―al parecer no lo recordaba.
―”¡No siento nada!” así y con todo signo de admiración y yo solo sonreí quedándome callado, ¿pero sabes que sentí? ―le dije bajando la vista―. Horrible, Verónica, se siente horrible, es un dolor que quizás no entiendas, en ese momento sentí como mi corazón…se helaba.
―…Max ―
―Mi amor por ti era sincero, todos los escritos y mensajes en los que te he mencionado no son cualquier cosa ―puse una mano en mi pecho―. Salieron de aquí y eran dirigidas solo a ti.
―… ―Vero volvió a quedarse callada.
―Pensé que tu lo apreciarías y me dejarías acercarme a ti, pero al parecer para ti fueron escritos cualquiera…creo que me equivoque, como siempre me equivoco ―dije verdaderamente dolido.
―Yo…yo no sabía ―me dijo apenas.
―Pues ahora lo sabes ―le dije―. Y si nunca te lo dije, fue por miedo a herirte, pensé que te darías cuenta, pero como dije antes, me equivoque, y también…porque te quiero ―le dije mostrándole una fría y sincera sonrisa.
―Lo siento… ―me dijo al final.
―No, no lo sientes ―le dije seriamente―. Como tú dijiste, nunca lo has sentido ―me levante tomando mi mochila―. En fin, perdón por haberte quitado el tiempo, adiós.

Me alejé con lentitud sintiendo como mi alma derramaba una traicionera lágrima de tristeza, en un momento la sequé, no quería llorar, solo quería que mi andar borrara mi dolor:

―Max, bésame ―me dijo Vero de la nada.

Me congelé, mi respiración se detuvo por segundos que sentí eternos, despacio me devolví hacia Verónica mirándola de frente:

―No quiero besarte si no lo sientes de verdad ―le dije con fría sinceridad.
―Ya no se qué pensar, así que…déjame saberlo ―su mirada solo me mostraba pureza.

Caminé dudoso hasta llegar frente a ella, y sin decirnos más juntamos nuestros labios con suavidad, sus labios eran dulces muy tiernos, me permití saborearlos con deleite disfrutando cada segundo de nuestro beso.
Sentía mi cuerpo liviano, todo el mundo alrededor había desaparecido, me olvidé de respirar, y mi corazón latía con fuerza, la pasión recorría todo mi cuerpo haciendo que me aferrara a ella en un abrazo, no quería que se fuera, ni ahora ni nunca, seguía queriéndola.
Me separé de ella poco a poco, quedándonos mirando a los ojos del otro sin movernos:

―Perdóname, pero tenía miedo…que no fuera real, nunca creí que alguien pudiera quererme como tu ―me dijo Vero.
―Ama lo posible, y lo imposible aun mas ―le dije con dulzura―. Mi amor por ti siempre brilla.
―…Yo también te quiero ―me dijo Vero abrazándome.
―¿Eres tú? ¿La autentica Vero que he estado buscando? ―le pregunté mirándola.
―Si ―me dijo correspondiendo mi mirada.
―Me enamoré mas de ti ―la besé.

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