martes, 3 de mayo de 2011

PCU ZOMBIES 1

La muerte llegó…la premisa de la destrucción inició como un relámpago que cubrió todo el cielo, y poco a poco los vivos se volvieron seres sin alma, guiados por un hambre voraz devorando todo ser a su paso…esté no es el mundo de estudiantes PCU…este es el mundo de…

¡¡¡PCU ZOMBIES!!!

Capitulo 1
Hambre

Erase un día cualquiera, donde el cielo se mostraba virgen de nubes y rodeado de silencio armonioso…el primer día del fin del mundo.
Nuestra historia comienza en una preparatoria, llena de maestros y maestras, de alumnos y alumnas, deambulando de un lado a otro, para algunos un templo del saber, para otros solo obligación…y para otros solo una pérdida de tiempo.
Pero hoy, el grupo cuatrocientos once de la preparatoria particular de Cuautitlán (PCU) tenía otras preocupaciones, todos estaban en clase de Biología realizando un importante experimento:

―Luego de anestesiar al conejo, sacaran sus órganos, y en sus anotaciones los clasificaran como se pide  ―dijo la maestra, un alumno alzó la mano―. ¿Si, Donaldo?
―Hoy desayuné tacos de conejo ―dijo el moreno.
―… ¿de conejo? ―preguntó Ana, a quien apodan como “la china”
―Es que no había de perro ―respondió Donaldo.
―Si cierto, a mi me consta ―dijo Marco.
―¿Y eso qué? ―preguntó Carla, prima de Marco, con su típico tono.
―Pues es que imagínate diseccionar un conejo sabiendo que tienes uno adentro ―dijo Max―. Te pone a hacer consciencia…
―¡Ya vas a empezar de ridículo! ―dijo Brandon, cerca de él.
―¡Ridícula Aline! ―respondió Max refiriéndose a la novia de Brandon.
―Ahhh, ya no me hables…
―Bueno…
―Pero pásamelo ―dijo Brandon refiriéndose al trabajo.
―¡Oh que la fregada! ―dijo Max al final.
―¡Hiii! Amigo Marco, dijo que Selene se vaya a la fregada ―dijo Brandon señalando a Max.
―Horita va ver el cabrón ―dijo Marco.
―Recuerden tener cuidado, traten con respeto el cadáver del animal ―volvió a decir la maestra.
―Ya me está empezando a doler el estomago ―dijo Donaldo poniéndose pálido.
―Pues ahí tienes el bote de basura ―dijo Max.
―O ahí esta Denise ―dijo Marco―. Que más da ¿no?
―O en Selene, ¿a quién le va a importar? ―volvió a decir Max refiriéndose a la novia de Marco.
―¡Si! ―dijo Marco―. ¿A quién le va… ¡hijo de tu chingada madre! ―rectificó golpeando a Max en el hombro.

Todos los equipos de alumnos y alumnas se concentraron, según, en sus respectivos animales, comenzando el experimento…
Sin notar que afuera, extrañas nubes negras empezaron a surcar los cielos cubriendo poco a poco al sol hasta desaparecerlo, solo unos pocos miraron al cielo, apurando el paso con el pensamiento de que se avecinaba una gran tormenta…pero en realidad aquellas nubes eran un presagio…un presagio de horror.
La clase de Biología continuaba al igual que la disección, algunos haciendo el trabajo sucio mientras que otro anotaban rápidamente queriendo terminar lo antes posible:

―Aquí está el corazón ―decía Brandon mientras sacaba el órgano vital del conejo.
―Entonces este es el pulmón ―dijo Donaldo sacando otro órgano.
―¿Y el hígado? ―preguntó Vero.
―No sé, todos se ven igual de feos ―dijo Daniela.
―¡Max! ¡Chiquito bebe! ―gritó Michel al otro lado del laboratorio.
―Y hablando de cosas feas ―dijo Max lo suficientemente alto para que Michel oyera.
―¡Ahhh! Grosero ―le dijo Brenda.
―Es el precio de ser guapo ―dijo Max confiado.
―Si Max, ya cállate ―le dijo Marco.
―Selene se calla.
―Amigo Marco, ¿oíste? ―le preguntó Brandon.
―Déjalo, al rato me las va a pagar.
―Tranquilo ―le dijo Max de forma picara―. Que Selene ya cobró…
―¡Hiii! Jesús, María y José, ya firmaste tu sentencia de muerte.
―Oigan, ¿qué pusieron en la pregunta cuatro? ―preguntó Vero.
―El hígado y el corazón ―le dijo Max.
―¡Asshhh Verito! Gente en nuestro país… ―le dijo Brandon.
―¿Qué? ―preguntó Vero cruzándose de brazos.
―Vero, no me grites, a tu alcoba.
―Pero…aquí no hay alcoba.
―¡Construye una y metete ahí! ―le dijo Brandon al final.

El experimento llegó a su fin, los alumnos salían poco a poco del laboratorio quitándose su bata, todos divididos en sus correspondientes grupos de amigos, conversando despreocupados, cuando de la nada un relámpago purpura rugió por los cielos haciendo que los estudiantes se detuvieran por el bestial sonido, pero continuaron luego de un momento con el pensamiento de que solo se trataba de una tormenta…o eso creían.
Cerca de la PCU, un relámpago purpura cayó de los cielos chocando contra la tierra formando un cráter, y de entre los escombros emergió un ser extraño aparentemente femenino. Miró los alrededores fijándose en la preparatoria a lo lejos, empezando a dirigirse allí a paso rápido.
El interior de la escuela se encontraba en calma, el silencio y la quietud a cada esquina hacían parecer este día, como uno típico y normal, tanto que parecía aburrido por lo que los conserjes dejaron sus labores para charlar un poco y perder el tiempo, si…un día como cualquier otro, exceptuando la aparición de una misteriosa fémina que sin ser vista entró al colegio tranquilamente, caminando con lentitud hasta adentrarse al edificio de estudio, donde todos los alumnos tomaban sus últimas clases.
La misteriosa chica se detuvo, dirigiendo su mirada en un pausado movimiento hacia el fondo del corredor, empezó a caminar con rapidez como si fuera guiada por algo, hasta meterse en el baño de hombres. Caminó hasta uno de los cubículos y lentamente golpeó la puerta un par de veces:

―Está ocupado ―dijo él chico, pero en respuesta la chica volvió a golpetear la puerta―. ¡Que está ocupado!

Nada, ni un susurro emitió la joven, solo se detuvo un momento para luego volver a golpear, esta vez con un poco más de fuerza y brusquedad:

―¿Quién es? ¿qué quiere? ―preguntó el chico, pero la joven, una vez más, golpeó la puerta―. ¡Lárgate!

Los golpes de la nada se detuvieron, el chico respiro de alivio formando un leve momento de silencio, para luego voltear y agacharse viendo que quien quiera que haya golpeado la puerta se había ido. En cuanto volteó, una deforme garra atravesó el cuello del muchacho con mera facilidad, y lo último que llegó a mirar antes de dejar esta vida, fue el espeluznante rostro de su asesina…de cabeza.
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Se escuchaban pasos por los vacios corredores de la escuela. Max, un joven alumno de cuarto semestre con diecisiete años caminaba dirigiéndose al baño de hombres. Al terminar su asunto se empezó a lavar las manos, pero de pronto se detuvo al escuchar un extraño sonido proveniente de un cubículo a su espalda.
Cerró la llave del lavabo volteando hacia los cubículos, se agachó esperando que uno de ellos estuviera ocupado, grande fue su sorpresa al ver en el del centro no solo un par de pies, sino dos pares de pies, notando que un par de ellos, a simple vista se sabía que eran de una chica, Max sonrió incrédulo:

Hormonas ―pensó divertido creyendo que aquellos se estaban dando…un beso ¡ah verdad! ¿qué pensaron?

Pero su sonrisa se borró al ver un brazo partido y ensangrentado caer al suelo, y como era recogido por una mano con garras. Max se quedó helado:

―¿Qué carajo…? ―murmuró el chico.

Un extraño silencio rodeó el lugar, Max miró con miedo como ambos pares de piernas se quedaron quietos, pero más grande fue su miedo al oír como la puerta del cubículo se abrió de golpe y la misteriosa chica mostró su aspecto. Su piel era muy pálida de un tono blanquecino, su cabello era oscuro y alocado, los dedos de sus manos terminaban en garras, vestía una sucia y rasgada playera gris con manchas secas de sangre, un poco ajustada denotando un poco mejor su feminidad, y unos pantalones en iguales condiciones. Su rostro tenía leves cortadas en el área de la frente, mejillas y algunas más en su cuello, dentro de su boca yacían dientes afilados, y sus ojos eran blancos en su totalidad, pero Max sentía como le atravesaba con su mirada
El joven solo pudo observar por unos segundos su expresión feroz sin vida, antes de que la temible fémina se abalanzara contra Max, y sin importar cuánto luchó por quitársela de encima, clavó sus mortales fauces en su cuello arrancándole un fuerte grito de dolor de su mismísima alma, aquel ser mordisqueaba ferozmente haciéndole sentir a Max una nueva y horrible experiencia de dolor, sus ojos reflejando solamente miedo se llenaron de lagrimas al pensar que su vida terminaría ahí mismo, poco a poco aquella mortal fémina arrancaba la piel de su cuello liberando la sangre que se derramaba atrozmente manchando las ropas de ambos.
Luego de arrancarle parte de su cuello, Max a pesar de ser presa del terror y del pánico encontró fuerzas para apartarla, y teniendo el camino libre, corrió tratando de huir. Pero al salir del baño, no había dado ni tres pasos cuando un inmenso dolor, aun mas grande que el ya sentido, recorrió todo su cuerpo paralizando cada musculo del mismo, haciendo que cayera de rodillas. Podía sentir claramente como su sangre hervía quemando el interior de su cuerpo, no era capaz de emitir grito alguno por la falta de aire que empezó a sufrir, pensando que la muerte pronto llegaría a por él, trató de cerrar sus ojos, pero le era imposible, el dolor era abominable.
La agonía que lo abrazaba creció al sentir como sus uñas eran desgarradas rápidamente, al emerger en medio de estas, otras afiladas y negras que ocupaban su lugar, una punzada de agudo tormento llegó a su boca sintiendo como sus dientes se afilaban con brusquedad, la garganta se le secó hasta el punto que empezaba a arderle, y el corazón dejó de latir. El color y vida en sus ojos eran consumidos por una vacía blancura perdiendo todo brillo de humanidad en ellos.
Una chica cuya intención era ir al baño, notó a Max de rodillas mirando al suelo totalmente quieto, ella por curiosidad se acercó, pero al ver su espantosa herida en el cuello, ella abrumada por tal descubrimiento, corrió en su ayuda:

―¡Oye! ¿qué te sucedió? ―le preguntó la alumna preocupada, pero Max no se movió―. ¡Oigan! ¡Alguien que me ayude! ―gritó la niña por el pasillo pero nadie respondió, volvió a ver al chico―. ¡Vente, vamos! ¡Tenemos que ver esa herida! ¿puedes levantarte? ―silencio―. ¿Puedes oírme?
―Hambre… ―susurró Max.
―¿Qué? ¿qué dijiste?
―Tengo… ¡HAMBRE!

Se abalanzó sobre la chica mordiendo con furia su cuello, haciendo que la sangre saliera disparada mientras arrancaba una gran parte que empezó a devorar, la chica cayó de rodillas empezando a desangrarse, intentó gritar pero tal dolor la dejó petrificada, Max se lanzó de lleno contra ella y bruscamente le arrancó la cabeza empezando a comérsela.
La chica caníbal salió tranquilamente del baño atraída por el aroma de la carne aun fresca del cadáver, con rapidez se lanzó al cuerpo para descuartizarlo y comer, Max al terminar con la cabeza de la chica se unió a la merienda de los restos.
Al terminar con este bocado, los caníbales se miraron un momento entre sí, ella se acercó a él tomándolo delicadamente de las mejillas, Max se quedó completamente quieto e inseguro ante tal gesto, siendo que no era lo que esperaba de un ser con tal aspecto, luego de unos momentos la fémina devoradora sonrió con ternura:

―¿Dónde hay más? Aun tengo hambre ―le preguntó, sorprendiendo a Max por lo suave de su voz.
―Arriba… ―contestó Max apenas, luego se separó de la chica―. Sígueme…

Sin decir más, él empezó a subir las escaleras siendo seguido por la necrótica chica, pero Max ya no era Max, había dejado de serlo, ahora era un zombie… ¡Un PCU zombie!

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